Patrimonio de la Humanidad desde 1994, las Líneas de Nazca aglutinan centenares de dibujos repartidos por un área de 50 kilómetros de longitud y 5 km de ancho, la mayor parte líneas y figuras geométricas. Las más conocidas, sin embargo, son una treintena de figuras de animales (el colibrí, la araña, el mono, la ballena, el cóndor…), vegetales (el cactus, la flor) y antropomórficas (el hombre-búho o astronauta, las manos), de hasta 187 metros de largo.
Descubiertas por el conquistador español Pedro Cieza de León en 1547, su interés arqueológico moderno se inicia en la década de 1930 con los peruanos Julio César Tello y Toribio Mejía. El norteamericano Paul Kosok y la matemática alemana María Reiche, que las estudiaron durante décadas a mediados del pasado siglo, concluyeron que se trataban de un inmenso calendario astronómico vinculado a los períodos agrícolas, realizado a partir de bocetos a menor escala.
Entre las interpretaciones más recientes, el arqueólogo norteamericano Johan Reinhard defiende que su sentido es el de invocar el agua a través de ritos de fertilidad.