La historia del ser humano discurre paralela al desarrollo de la navegación marítima. Desde el amanecer de los primeros pueblos eminentemente navegantes como los griegos, los fenicios o los vikingos, las civilizaciones antiguas expandieron sus fronteras náuticas aprovechando los refugios naturales que las ensenadas, las bahías o las grandes desembocaduras de los ríos ofrecían frente a las inclemencias de mares y océanos.
A la vez que la exploración naval iba demandando cobijos de mayor calado y envergadura, la innovación técnica permitió, poco a poco, ir adaptando y optimizando enclaves costeros estratégicos al gusto del hombre: la tecnología portuaria romana, en la que ya existían diques verticales de hormigón en masa, o los puertos de piedra de Tiro y Sidón, levantados en el siglo XIII antes de Cristo con un procedimiento tan magnífico que todavía hoy existen sus partes fundamentales, son una buena muestra de ello.
Más adelante llegaría la apertura de rutas comerciales a cargo de las diferentes Compañías de las Indias tras el descubrimiento de América, la expansión de los grandes barcos de vapor en detrimento de las naves impulsadas por el viento, la aparición de las lujosas líneas de pasajeros… Hasta el día de hoy, en el que la navegación sigue siendo un medio clave para el transporte de mercancías y personas.
A lo largo de los siglos, fenicios, griegos, conquistadores, comerciantes o viajeros siempre han anhelado arribar a un puerto seguro después de semanas de travesía; y a medida que las prestaciones de los navíos han aumentado, también lo han hecho las exigencias de los fondeaderos de destino. Disponer de un puerto de gran capacidad, fácil acceso y resguardo adecuado es por lo tanto un gran activo para las ciudades costeras de todo el mundo en las que el tránsito naval supone un importante motor económico; y construirlo en un reducido lapso de tiempo y con el mínimo impacto ambiental posible es un plus que sólo está al alcance de quienes han hecho de la ingeniería portuaria una obra de arte.
Con casi 60 metros alto, más de 74 de largo y 49 de ancho, el dique flotante cajonero más grande de Europa construye y amplía puertos, muelles, ensenadas y dársenas en todo el mundo. Se trata del Kugira –cuyo nombre significa ballena en japonés-, el coloso artesano de ACCIONA que surca los océanos acudiendo a la llamada allá donde su orfebrería a gran escala es requerida.
La espectacularidad visual del Kugira es únicamente comparable a su extraordinaria producción: 200 personas trabajando 24 horas al día son capaces de crear en diez días el mayor cajón de hormigón armado con cajonero del planeta: un gigantesco bloque de 14.000 toneladas, 66,5 metros de longitud, 30 metros de ancho y 34 metros de altura. Esto significa que en tan sólo un mes, el Kugira puede crear de la nada un dique de abrigo o un muelle de atraque de 200 metros.
El Kugira ahorra hasta un 50 % de recursos en materia prima en la construcción de puertos
¿Por qué el dique flotante cajonero de ACCIONA es la mejor opción a la hora de construir o ampliar un puerto? Los datos hablan por sí solos. En primer lugar, la hercúlea estructura trabaja desde el mar, por lo que apenas interfiere en el tráfico habitual del puerto. De esta forma, la actividad económica no se ve perjudicada mientras duran las obras.
Además, la afectación a la flora y la fauna marina del entorno es mucho menor que en las labores realizadas con métodos tradicionales. Del mismo modo, existe un menor consumo de recursos en materia prima que dependiendo de las características de cada obra puede llegar a suponer un ahorro del 50 %, con el consiguiente beneficio ambiental y económico.
En cuanto a las molestias habituales derivadas de este tipo de empresas, con el Kugira se reducen considerablemente el ruido, la contaminación y la posibilidad de accidentes en el escenario de la obra, que además normalmente se lleva a cabo en un espacio de tiempo menor en comparación con los sistemas tradicionales, pudiendo llegar a durar la cuarta parte.
Con su artesanía a gran escala, el Kugira convierte los puertos del mundo en refugios más seguros para los navegantes de nuestra era.
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