Muere el sol en los montes Con la luz que agoniza, […] [...] Sé que una nueva luz Habrá de alcanzar nuestra soledad […]
Cuando el violinista oaxaqueño Macedonio Alcalá y el letrista Javier Gonzales compusieron en 1868 el vals mexicano Dios nunca muere, que con el paso de los años terminaría convirtiéndose en el himno de facto del estado de Oaxaca, seguramente no eran conscientes del sentido profético de sus versos.
Bañado por el Océano Pacifico a lo largo de casi 500 kilómetros de costa, Oaxaca es el estado mexicano con más biodiversidad: sólo su territorio alberga una variedad de especies de aves mayor que todos los Estados Unidos de América. Además, es el hogar de dieciséis grupos étnicos diferentes y ofrece el abanico más extenso de lenguas nativas de México.
Con gran parte de la población -el 52,7 %- viviendo en zonas rurales, esta gama de contrastes es un arma de doble filo. La imposibilidad de llevar energía a todos los rincones del estado es un lastre para los miles de poblaciones y asentamientos que salpican los valles y montañas de una orografía caprichosa.
Sin proyecto de electrificación integral para la próxima década, una APPD (Alianza Público-Privada para el Desarrollo) formada por la Fundación ACCIONA, el Gobierno de Oaxaca, la AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo) y la AMEXICD (Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo) ha iluminado desde 2012 la vida de 30.000 oaxaqueños con energía limpia y sostenible. El Programa Luz en Casa Oaxaca electrifica comunidades de menos de cien habitantes donde no llega la red eléctrica con sistemas fotovoltaicos domiciliarios de tercera generación (SFD3G) para impulsar el desarrollo sostenible en sus tres vertientes: económica, social y ambiental; contribuyendo además al séptimo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible recogidos por Naciones Unidas en la Agenda 2030: Garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos.
Con una placa solar situada fuera de la vivienda y una batería en el interior, cuando muere el sol en los montes, Oaxaca enciende la noche y 7.512 hogares disfrutan de al menos cuatro horas más de luz. Gracias a esta instalación, lámparas, linternas, cargadores de móvil, radios, televisión y una gran variedad de dispositivos electrónicos forman parte de la vida cotidiana de 30.000 oaxaqueños, algo inimaginable años atrás.
Un gesto tan simple como accionar el interruptor supone una mejora sustancial en las condiciones de vida de las comunidades que se han acogido al Programa Luz en Casa. Gracias a los once millones de horas extra de luz artificial, once mil mujeres desarrollan tareas domésticas o remuneradas con mayor facilidad.
Para los niños y jóvenes suponen 500.000 horas adicionales de luz para realizar tareas escolares, lo que ha aumentado la tasa de escolarización primaria en casi medio año más y un 11 % más de escolares matriculados en la etapa secundaria.
Esta ampliación de las horas de luz también permite impulsar los pequeños negocios y optimiza el crecimiento económico.
De forma paralela, el Programa Luz en Casa Oaxaca impacta de manera positiva en la comunidad desde varios frentes. En el económico, se ha conseguido un ahorro total de 800.000 euros, lo que supone una media de 105 euros (112 dólares o 2.200 pesos mexicanos) al año por hogar respecto a fuentes alternativas de energía.
En el plano ambiental, gracias al empleo de energía renovable se ha evitado la emisión de 1.200 toneladas de CO2 a la atmósfera, así como la generación de 13,3 toneladas de residuos de pilas.
Por otro lado, la salud de los usuarios del Programa Luz en Casa Oaxaca ha mejorado notablemente al disminuir el riesgo de enfermedades y accidentes por humos e incendios, que derivaban en problemas respiratorios y oculares.
La luz que agoniza cada atardecer en los montes de Oaxaca es reemplazada por una nueva luz que ilumina el presente para prosperar en el futuro.
Si quieres conocer más acerca del Programa Luz en Casa Oaxaca puedes visitar su página.