Las cicatrices en los cerros aledaños al pueblo dan fe de la vieja industria yesera que los excavó para luego cocer el mineral en hornos. Cuentan que esa ocupación, abandonada hace décadas, dio nombre a esta localidad palentina: Hornillos de Cerrato. Un nombre que fue quedando vacío de sentido, a medida que los antiguos pobladores hicieron las maletas en busca de una vida mejor. El lugar, que llegó a contar con tan solo un centenar de habitantes, corrió el peligro de convertirse en un topónimo olvidado.
Por suerte, esos mismos montes atestiguan también el renacimiento de una población que iba camino de seguir el curso de tantos otros españoles desangrados por el éxodo rural.
Estamos en el kilómetro cero de la España vaciada, pero basta con visitar el lugar y hablar con sus gentes para comprender que algo está cambiando.
¿Cómo es posible que un lugar de estas características esté experimentando un aumento de la población sin precedentes? Una nueva generación de visionarios, de lugareños que no se han rendido, y el apoyo de los aerogeneradores que ACCIONA Energía ha instalado en los montes de la zona, explican esa transformación. En este artículo te contamos las claves del cambio y por qué este nuevo modelo puede infundir esperanza a muchas otras comarcas en situaciones similares.
Hornillos de Cerrato, ubicado en la comarca palentina de El Cerrato, llegó a tener quinientos veinte habitantes a mediados del siglo pasado, pero su población fue decreciendo poco a poco hasta llegar a los ciento nueve en el año 2011.
En esta tierra, tradicionalmente agrícola, los campos acogen cultivos como el trigo y la cebada o las leguminosas. Sin embargo, entre 1914 y 1988, se desarrolló aquí otra actividad relevante: la minería de yeso. Esta explotación cobró un gran protagonismo en la vida del pueblo y llegó a contar con cuarenta y cinco trabajadores que producían hasta ciento cincuenta toneladas al día. “Recuerdo que los obreros se metían cada mañana en las minas para empezar a picar. Luego llevaban el material a la tolva para hacer yeso”, rememora Víctor Pérez, de 84 años, un agricultor jubilado oriundo de Hornillos que, si bien cuenta con un piso en Palencia, vive principalmente en su pueblo.
A finales de los años 80, las vetas de este material se fueron agotando y la actividad cesó. Las inmensas galerías quedaron en silencio. Tendrían que pasar cuatro décadas para que volviesen a la vida, aunque con fines muy distintos.
"La memoria de la España vacía está llena de relatos de lucha, de supervivencia y de una resistencia obstinada a desaparecer", reflexiona Sergio del Molino en su obra La España vacía: Viaje por un país que nunca fue. Esta cita sintetiza a la perfección la tenacidad con la que la tranquila villa de Hornillos de Cerrato ha hecho frente al éxodo.
Si se tiene la enorme fortuna de visitarla, es probable que llame la atención —dadas las características de los municipios de la zona— comprobar cómo sus calles están llenas de flores, vegetación y de vida. Un nuevo pulmón económico está detrás de este cambio que no hubiera sido viable sin la apuesta decidida y la visión de futuro de sus habitantes.
Hoy la agricultura tradicional coexiste con una tecnología que, además de combatir la emergencia climática, contribuye activamente en la regeneración de este municipio: la energía eólica en forma de cuarenta aerogeneradores. Desde 2012 los vecinos han ido viendo cómo los molinos de viento empezaban a jalonar los cerros que rodean su extenso páramo y, en paralelo, iban mejorando su calidad de vida.
“La llegada del parque eólico ha marcado un antes y un después en Hornillos. Con los ingresos generados —el presupuesto del ayuntamiento ha aumentado en 350.000 euros— se ha podido realizar una gestión completamente distinta. Además de mejorar el pueblo para hacerlo más vistoso, nos hemos enfocado en cuidar a nuestra gente ofreciéndoles todo tipo de servicios”, nos cuenta Ignacio Valdeolmillos, alcalde y agricultor de Hornillos de Cerrato.
¿Y cómo conviven los molinos con la agricultura? Hablar con los implicados nos devuelve un balance positivo. Muchos de los aerogeneradores están situados en los terrenos de los habitantes, quienes reciben un ingreso anual por ello. Además, la creación de los parques mejoró los accesos que utilizan los agricultores y, en ciertos casos, propició la creación de algunos nuevos.
Hornillos de Cerrato ha recibido el Premio EOLO a la Integración Rural de la Eólica 2024, un galardón entregado por la Asociación Empresarial Eólica (AEE), que ha reconocido al municipio por ejemplificar la convivencia armoniosa —y beneficiosa para ambas partes — entre la energía eólica y el resto de sus actividades económicas, ambientales y culturales. De hecho, los ingresos generados por la eólica han sustentado nuevos servicios y empleos para los vecinos.
Este es el caso del taxi ‘medicalizado’ que conduce Elena Fañanas, un servicio subvencionado en un 90 % por el ayuntamiento que traslada a las personas mayores al centro médico u hospital más cercano (Torquemada, Palencia o Valladolid).
El taxi medicalizado es un servicio que traslada a las personas mayores al centro médico u hospital más cercano.
También hemos conocido la historia de Carmen Pérez, una vecina que llegó a Hornillos hace diez años cuando se le concedió la explotación del único restaurante del pueblo, el Restaurante-Bar Asociación Cultural. Basta con sentarse a una de sus mesas un día cualquiera de la semana para notar cómo, a partir del mediodía, todos los hornilleros, visitantes de pueblos colindantes y trabajadores de los parques eólicos van pausando sus quehaceres para tomar algo mientras aguardan la comida.
Un paseo por Hornillos nos revela asimismo nuevas dotaciones como un centro cultural, una escuela de verano para los más pequeños, un campo de minigolf, una pista de pádel, una moderna piscina, una peluquería, una biblioteca y una sala de ordenadores con conexión a Internet. Además, tanto la fibra como la luz están cofinanciadas por el ayuntamiento gracias a la contribución de las renovables.
Toda esta actividad se ha traducido en un dato elocuente: el municipio ha pasado de los ciento nueve habitantes a principios del siglo a ciento setenta y cinco vecinos en 2024.
Otro de los pilares clave para seguir dando vida a Hornillos de Cerrato y otros pueblos similares es el fomento del turismo local. El ayuntamiento está trabajando en esa dirección mediante un proyecto para convertir sus antiguas minas de yeso en un museo abierto al público. En concreto, quieren que la gente pueda visitar esta explotación subterránea de más de veinte hectáreas, excavada y sostenida con pilares, para descubrir cómo se trabajaba en esa época.
Con un objetivo similar, ACCIONA Energía lanzó hace unos meses la ruta ‘Entre Molinos’, un recorrido circular que pasa por Herrera de Valdecañas, Hornillos de Cerrato y Valdecañas de Cerrato, municipios en los que se ubica nuestro parque eólico Celada Fusión. Durante la ruta, que se puede realizar a pie o en bicicleta, se pueden descubrir los rincones más impresionantes del Cerrato Palentino, como castillos, iglesias, bodegas o chozos pastoriles, así como participar en educativas sobre energías renovables.
Comenzamos este texto reflexionando acerca del curso que siguen las zonas rurales de España y otros países. Comarcas que van quedando despobladas y sin futuro. Sin embargo, su historia aún se está escribiendo y puede tener muchos capítulos por delante. Las energías renovables están reconfigurando la economía global, pero también creando nuevas oportunidades a escala local.
Hacen falta más personas como Carmen Pérez, Elena Fañanas o Víctor Pérez que tengan fe en ese cambio y estén dispuestas a aprovechar las posibilidades de la nueva economía. Y figuras como las de Ignacio Valdeolmillos que busquen ideas, grandes o pequeñas, que permitan dejar atrás el concepto de España vaciada y conviertan esos pueblos, tal como él mismo dice, en la “España ilusionada”.