Los griegos las llamaban pédila y los romanos, talaria. Eran las sandalias de Hermes, el mensajero de los dioses; tejidas de ramas de palmas y mirto, se representaban con sendos pares de alas. Llevado en volandas del aire, una de las funciones de Hermes era ejercer de emisario de los dioses. Con el tiempo, Hermes, o Mercurio tal como lo conocían los romanos, se convirtió en guía de marineros, mercaderes y viajeros, y encarnó el espíritu del viaje mismo.
Largos siglos después, un calzado vuelve a hermanarse con el viento. Concretamente, del cierzo, el solano y el faviano, el ipar haizea o el haize egoa, los vientos que soplan en las montañas y los valles de Navarra. Allí llevan décadas impulsando los aerogeneradores del parque eólico de ACCIONA Energía en Aibar.
Para formarse una idea del impacto positivo de estas instalaciones, basta con pensar que la pala de uno de ellos, de 23 metros de longitud, es capaz de capturar el viento empleado para generar 12 500 megavatios hora de energía limpia, que evitan la emisión a la atmósfera de 5.461 toneladas de CO2. O lo que es lo mismo: el efecto depurativo de 4.160 árboles. Sin embargo, a una de esas palas, tras completar una vida útil que comenzó en 1998, aún le quedaba un nuevo reto de sostenibilidad: contribuir a la fabricación pionera de una serie limitada de zapatillas de El Ganso.