Nadie conoce con certeza el origen de la civilización de la Isla de Pascua. Ese triángulo de 160 km2 de tierra que emerge en medio de la nada del Pacífico entre Chile y las islas de la Polinesia sigue siendo un misterio. Se conservan documentos, pero no podemos leerlos porque ni siquiera su escritura ha sido descifrada. Todo es leyenda en Rapa Nui, testimonios de generaciones que funden historia y mito.
La tradición oral reza la gesta de cómo arribaron sus primeros habitantes a la isla. Aquellos exploradores procedentes de un continente perdido en el Pacífico a punto de desaparecer, Hiva, se habían aventurado en busca de un lugar en el que establecerse. Que alcanzaran esas costas no fue casualidad. Un sueño del sabio Hau Maka determinó que aquella isla lejana sería el próximo destino de su pueblo, y para encontrarla debían buscarla a miles de leguas “en medio del levantamiento del sol”.
Si el relato tiene o no base histórica, eso es debate de los investigadores. Pero lo cierto es que hoy los habitantes de la isla de Pascua, como hicieron sus antepasados, vuelven a mirar al sol para asegurar su porvenir y el de su ecosistema. Históricamente, toda la electricidad que consumía Rapa Nui era generada con diésel, pero ahora la primera planta de energía solar donada por ACCIONA ha llegado a la isla para hacer de ella un espacio más sostenible y más limpio. De nuevo el sol marca el rumbo de los Rapa Nui en su anhelo y compromiso de legar a las generaciones venideras un lugar mejor para vivir.
“…Antigua Rapa Nui, llama sin voz, perdónanos a nosotros los parlanchines del mundo: hemos venido de todas partes a escupir en tu lava, llegamos llenos de conflictos, de divergencias, de sangre, de llanto y digestiones, de guerras y duraznos …”
Pablo Neruda
Rapa Nui fue una isla fecunda en recursos y con una sociedad que, a tenor de sus megalíticos y enigmáticos moáis, a la fuerza tuvo que ser muy avanzada. Estos gigantes de piedra, cuyo nombre significa “rostro vivo de los ancestros”, fueron esculpidos para alojar el alma de sus antepasados y que les protegieran con su poder espiritual o maná. Pero desde la llegada de aquellos primeros pobladores, su civilización ha estado al borde del colapso ambiental en varias ocasiones: históricamente la tala indiscriminada de árboles, la pesca ilegal o la desaparición de las aves por culpa del saqueo de huevos para comer han sido algunos de los culpables.
A estos problemas se les unen la creciente sobrepoblación de la isla, el turismo, el abandono de residuos y la contaminación ambiental que la amenazan desde los últimos años. Alrededor de 100.00 turistas al año llegan a la isla, una cantidad pasmosa si la comparamos con las 7.750 personas censadas, de las que algo más de 3.500 pertenecen al pueblo indígena Rapa Nui. Se trata de una indudable fuente de ingresos, pero también de un reto medio ambiental para el que la clave serán el desarrollo sostenible y las energías limpias.
Al sureste de la isla de Pascua se encuentra el aeropuerto, una pista a la que llegan poco más de un vuelo regular de pasajeros al día desde Santiago de Chile o la isla thaitiana de Papeete, y algún que otro chárter o avión privado. Muy cerca de este enclave que comunica a la isla con el mundo exterior se ha ubicado la primera planta de energía fotovoltaica conectada a la red eléctrica de Rapa Nui y la primera que dotará a este lugar de electricidad procedente de energía renovable.
La instalación de este sistema fotovoltaico diseñado, construido y donado por ACCIONA, requiere sortear dificultades impensables si lo comparamos con un proyecto similar en cualquier localidad del continente. Rapa Nui ni siquiera tiene un puerto grande debido a su escarpada costa volcánica. Los buques con las mercancías se quedan a cientos de metros de distancia de la isla y son barcazas las que las descargan en la costa. A veces la mala mar complica el trámite. Por eso, los equipos y materiales de ACCIONA necesarios para la construcción de la planta no solo tuvieron que ser transportados en barcos a través del océano por casi 4.000 kilómetros, sino que una vez estos llegaron cerca de su litoral, hubieron de esperar semanas hasta que el mar permitiera el desembarco. En la Isla de Pascua las prisas no sirven, la naturaleza es soberana.
Pero tras varios meses de trabajo por parte de los equipos de ACCIONA, la planta Tama Te Ra’a (“los primeros rayos del sol”) ya funciona a pleno rendimiento operada por la eléctrica SASIPA, compañía filial de CORFO, que presta el suministro de electricidad y agua potable en Isla de Pascua.
En ella encontramos 400 paneles de silicio policristalino sustentados por diez estructuras fijas que consiguen una potencia pico de 128 kWp (100 kW nominales), un inversor que transforma la energía generada en corriente continua a corriente alterna, un transformador que eleva la tensión de salida de 0,42 kilovoltios a 13,2 y una línea de 100 metros de traslada la energía a la subestación Mataveri, para de ahí, inyectarla a la red general.
Con estos mimbres, obtenemos estos cestos: la planta solar producirá una media aproximada de 200 MWh al año, evitando la emisión directa de unas 135 toneladas anuales de CO₂, eso sin considerar las que se producirían durante el transporte del petróleo desde el continente en caso de que toda esa energía fuera generada mediante combustión fósil. La planta Tama Te Ra’a y su producción de energía limpia producen el equivalente al 8% del consumo eléctrico de la isla, y por tanto evita la quema de diésel destinado hasta ahora a la generación eléctrica.
Este es sólo el principio de un largo caminar hacia la sostenibilidad de Rapa Nui y de la generalización de las energías renovables en la isla. Tama Te Ra’a es la contribución de ACCIONA a este reto, al sueño de buscar, como ya lo hizo Haku Matu hace siglos, un lugar mejor para vivir siguiendo como coordenadas los generosos rayos del sol.