“Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son”
Este histórico lema de la ciudad de Madrid hace alusión al asentamiento musulmán que a finales del siglo IX dio lugar a una villa que evolucionó hasta convertirse en lo que hoy es la capital de España.
El origen de Maŷrīṭ -nombre que después derivó en Madrid- fue una fortaleza levantada por el emir cordobés Muhammad I en un alto junto al río Manzanares donde en la actualidad se sitúan el Palacio Real y la catedral de la Almudena. Su función, controlar el paso de la sierra de Guadarrama para vigilar la antigua capital visigoda, Toledo.
Precisamente la ubicación inicial de este enclave junto al Manzanares no es casualidad, como tampoco lo son el lema que abre esta historia ni el significado etimológico de Maŷrīṭ (abundante en aguas). La cantidad de arroyos, fuentes y aguas subterráneas hacían de esta zona estratégicamente vital un impresionante vergel lleno de vida, agua y vegetación.
Con el paso de los años y los siglos, Madrid siguió desarrollándose bajo califatos y reinos, durante la Edad Media o la Revolución Industrial, de pequeña villa mesetaria a pujante capital europea... hasta nuestra era, en la que sus callejuelas, plazas, avenidas, palacios y parques son un compendio histórico de épocas doradas y tiempos oscuros que han dado forma a la ciudad y carácter a sus habitantes.
Una de las épocas que comparten brillantez y oscuridad es la del desarrollismo urbanístico de la segunda mitad del siglo XX. Madrid había crecido de tal forma y a un ritmo tan vertiginoso que sus casas y carreteras comenzaron a desbordarse más allá de los límites imaginables. Era sin duda una buena noticia: significaba bonanza económica para una villa que había sobrevivido a una cruenta Guerra Civil; pero por otro lado no era posible tener en cuenta las posibles necesidades futuras de una urbe en continua expansión.
Por eso, el crecimiento del cinturón vial que rodea la ciudad se construyó en paralelo y sobre el río Manzanares, que circunvala de noroeste a sureste el núcleo central de Madrid dejándolo en su orilla norte. El que fuera una vez vergel y fuente de vida se convirtió en una extensión de asfalto, cemento y hormigón por el que cada día discurrían miles de vehículos, convirtiendo el entorno en un foco de contaminación ambiental y acústica.
Para recuperar el pequeño paraíso que una vez existió en la ribera del Manzanares, entre 2006 y 2011 se llevó a cabo una obra integral de proporciones titánicas que transformó para siempre el aspecto de la capital española: el soterramiento de la autovía M-30 y la regeneración de la superficie en un gigantesco conjunto de parques, jardines y zonas deportivas al servicio de una población que ha visto aumentar su calidad de vida gracias a la creación de este nuevo espacio conocido como Madrid Río. Esta recuperación, llevada a cabo por ACCIONA en su tramo principal del casco urbano –Parque de la Arganzuela- supuso la liberación 195.000 metros cuadrados, hasta alcanzar una extensión de 232.700 metros cuadrados, o lo que es lo mismo, una superficie equivalente a 32 campos de fútbol.
A lo largo de este enorme brazo de naturaleza se han plantado más de 6.500 árboles, 130.000 arbustos y 44.000 metros cuadrados de pradera de baja demanda hídrica; se ha hecho, además, siguiendo criterios de sostenibilidad aportando plantaciones autóctonas que precisan menos agua e instalando un sistema de 184 circuitos de riego automático programado, controlado y centralizado por ordenador con estación meteorológica.
En su recorrido de 3.500 metros de perímetro se extienden 5 kilómetros de paseos fluviales y zonas de recreo infantiles, así como áreas de playas o pistas de patinaje.
Los efectos de esta colosal obra no se hicieron esperar, y este gran pulmón verde genera 685 toneladas de oxígeno al año, evitando así 171 toneladas netas de dióxido de carbono, equivalente a la emisión de 727 coches en un solo día.
La actuación de ACCIONA fue galardonada en 2012 por la Comunidad de Madrid, la Cámara Oficial de Comercio e Industria de Madrid y CEIM Confederación Empresarial de
Madrid-CEOE con el prestigioso Diploma a la Labor de Integración o recuperación ambiental.
Además, como es habitual en todos los proyectos de ACCIONA, durante todo el proceso se han aplicado políticas de calidad, medio ambiente y sostenibilidad, como el uso de máquinas y vehículos eléctricos y reciclaje de materiales para minimizar emisiones de CO2 y contribuir al desarrollo sostenible de la capital.
La construcción de Madrid Río no supuso únicamente la creación de un pulmón verde para la ciudad; se trata también de devolver a la urbe y a sus habitantes parte de su historia y su origen, de recuperar ese vergel en el que un día, hace cientos de años, se deleitaron los sentidos de quienes levantaron Maŷrīṭ.
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